quedó registrado

El día que Juan Ramón Carrasco firmó con Peñarol (1989)
Luis Prats 

El pasaje de Juan Ramón Carrasco por Peñarol, hace ahora 32 años, representa uno de los tantos capítulos de la trayectoria del hombre de Sarandí del Yí, rica en éxitos, controversias, transferencias y episodios singulares, ya fuera como futbolista o como entrenador. Pero, teniendo en cuenta su profunda vinculación con Nacional, muchos solo creyeron en la veracidad de la noticia cuando lo vieron ponerse la camiseta amarilla y negra en septiembre de 1989.

“Una cosa es para la foto y muy otra transpirándola defendiéndola hasta el último aliento. ¡Esa es la que me gusta! Es lo que ansío para demostrar que Juan Ramón Carrasco es un profesional digno y muy respetable porque deja en el campo de juego lo que cobra en tesorería”, dijo entonces.

La posibilidad de la llegada de JR al aurinegro se venía manejando desde hacía tiempo aunque los incrédulos –hinchas tanto de Peñarol como de Nacional– no se la tomaban en serio. Hasta que a principios de aquel mes de septiembre  el presidente del club, José Pedro Damiani, planteó formalmente el tema en la Directiva. Las opiniones entre el resto de los dirigentes estaban divididas, pero dos hechos inclinaron la balanza: el técnico Walter Roque le había dado el aval y la propia gestión de Damiani (a partir de una idea de su hijo Juan Pedro), quien incluso ya había arreglado las condiciones económicas con el futbolista.

De esa manera, el miércoles 6 de septiembre Carrasco pidió pase de River Plate a Peñarol. “Soy un tipo de suerte”, declaró a la prensa en la sede de la AUF. Atrás quedaban tres etapas, nada menos, por Nacional. Luego de su debut  con la tricolor, muy joven en 1974, cinco años más tarde había protagonizado un ruidoso pasaje por River argentino, de donde fue a Racing de Avellaneda y después a México. Volvió a Nacional en 1984, para irse a Danubio, emigrar a Cádiz, regresar a Nacional en 1987 y luego jugar en el River uruguayo.  

Por Peñarol firmó hasta el 31 de junio de 1990. El jueves 7, a las 8.50 de la mañana, estaba en Los Aromos para su primer entrenamiento. Y otra vez, a pedido de los fotógrafos, se puso la camiseta. “Aunque usted no lo crea”, tituló la imagen El País al otro día. “No soy el primer jugador que estuvo en un grande y pasa al otro”, se justificó. “Parece que fuera como en el Viejo Oeste: ‘Se busca vivo o muerto’. Y no es así. Carrasco es un profesional que ahora está al servicio de Peñarol y quiere dar lo máximo. Cuando juegue contra Nacional voy a empeñarme para que Peñarol gane y si tengo que anotar un gol lo voy a hacer”, agregó.

Sin embargo, no tuvo suerte en su nuevo club.  Iba a debutar en el Campeonato Uruguayo de 1989, que se jugó a una sola rueda en los últimos meses del año, pero una lesión fue postergando ese momento hasta la séptima de doce fechas. Y justo fue en el clásico… Empezó en el banco y entró por Gerardo Pilas cuando Nacional ya ganaba 2 a 0. Ni él ni el equipo caminaron en ese torneo o en la posterior Liguilla. Y antes del fin del contrato se marchó al San Pablo.  

Una curiosidad: en una de esas tantas entrevistas al llegar a Peñarol le preguntaron por la edad. “Cumplí hasta los 30 y no cumplo más. No es por quitarme años porque entiendo que los llevo y estoy en magnífica forma, pero declarar la edad es dar pasto a las fieras”, respondió. Nadie imaginaba, tampoco él,  que le quedaban todavía 12 años como jugador, incluyendo dos nuevos regresos a Nacional.


Fotos: Archivo El País
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