Kimberley es una ciudad chica de Sudáfrica, famosa por su producción de diamantes. Durante cerca de un mes en junio de 2010 pasó a ser conocida en Uruguay como el hogar de los celestes que avanzaban en el Mundial. Allí, entre la hospitalidad de los locales y los buenos resultados, se fue forjando una gran campaña.
La ciudad tenía una ubicación ideal, casi en el centro geográfico del país, a 530 kilómetros de Pretoria, 956 km de Ciudad del Cabo y 484 km de Rustemburgo, las sedes de los tres primeros encuentros del seleccionado de Óscar Tabárez. Además, fue presentado como un lugar tranquilo y seguro, lo cual fue valorado para su elección.
Los lugareños recibieron a los uruguayos con simpatía, que fue correspondida. Frente al hotel Protea, donde se alojaba la delegación, había una casa con una tienda de antigüedades. Allí colocaron una bandera uruguaya y luego carteles alusivos. Además, una señora salía a saludar con la mano al equipo cada vez que iba a entrenar. Estos detalles de cortesía se reiteraron.
Cuando Uruguay no estaba jugando o entrenando en el estadio de la localidad, el GWK, se disfrutaba de los ratos libres compartiendo un asado o realizando paseos. Por ejemplo, un día se visitó una reserva de leones y otra vez el Big Hole, un enorme hueco que formó una mina de diamantes y se convirtió en atracción turística con su propio museo. Muchas de esas actividades fueron difundidas por Diego Forlán a través de Twitter, una red social bastante novedosa por entonces. Y también quedaron registradas en la camarita que Sebastián Abreu llevaba a todos lados.
El día que Uruguay abandonó Kimberley para encarar la última etapa de la Copa del Mundo, el diario del pueblo lo despidió con un deseo de suerte a toda página en su portada. Un grupo de jóvenes cantó y bailó frente al ómnibus del plantel.
Y la señora de enfrente, cuyo nombre resultó ser Nina Cabral, cruzó hasta el hotel para tomarse fotos con los futbolistas. Además, le regaló a Tabárez un libro en inglés sobre Sudáfrica. En la solapa figuraba una frase que llamó la atención del técnico: “The journey is the reward”. Algo así como “El viaje (o el camino) es la recompensa”.