El 13 de marzo de 2020 se anunciaban los primeros casos de coronavirus en Uruguay. El país se sumergió en días de incertidumbre, crisis, miedo, angustia y ansiedad. También hubo días de esperanza, solidaridad colectiva y buenas estadísticas. 10 días en los 365 que marcaron este año de pandemia en nuestro país.
En la tarde de ese viernes 13, el presidente Luis Lacalle Pou junto a todo el gabinete declaró, en conferencia de prensa, la emergencia sanitaria. Un rato antes se habían confirmado los primeros cuatro casos de COVID-19. El Ministerio de Salud Pública (MSP) lo había informado en su cuenta de Twitter.
Se confirmaron los primeros 4 casos de Coronavirus Covid-19. Todos procedentes de Milán, habiendo ingresado al país entre el 3 y 6 de marzo. Los pacientes se encuentran estables y en domicilio. Este Ministerio está haciendo el control de trazabilidad de su entorno. (Sigue)
— MSP – Uruguay (@MSPUruguay) March 13, 2020
En ese 13 de marzo, que parece tan lejano y tan cerca, se anunció el cierre parcial de fronteras, la cuarentena obligatoria para pasajeros de países considerados como riesgosos, la prohibición de descenso de cruceros y la suspensión de espectáculos públicos así como el no control de asistencia a centros educativos. Un día después se suspendieron por completo las clases.
En ese entonces se había informado que las variantes del COVID-19 que habían llegado a Uruguay provenían de Europa. Sin embargo, un mes después tras la investigación de la Universidad de la República (UdelaR) y el Institut Pasteur se confirmó no solo que las variantes también provenían de Canadá sino que, además, habrían llegado al país a fines de febrero.
El 28 de marzo, el secretario de Presidencia, Álvaro Delgado ofrecía una nueva conferencia en Torre Ejecutiva. Al terminar, tuvo que volver a la sala para dar la noticia a los periodistas que todavía estaban allí. Ese día el coronavirus en Uruguay se cobraba la primera víctima: Rodolfo González Rissotto.
Docente e investigador de 70 años, era integrante del Partido Nacional y amigo de Delgado. “Descansa en paz”, dijo el jerarca en la conferencia y se retiró.
El crucero australiano Greg Mortimer atracó el viernes 10 de abril en el puerto de Montevideo luego de estar fondeado durante días a 20 kilómetros de la costa uruguaya. A fines de marzo un caso de COVID entre los pasajeros obligó al barco a detener su viaje por Ushuaia.
Ningún puerto aceptó recibir a las 200 personas, entre tripulantes y pasajeros, que se encontraban en el crucero. Hasta que llegaron a aguas uruguayas.
Días antes un equipo de médicos subió al barco para diagnosticar a los enfermos. Algunos tuvieron que ser internados y un tripulante falleció. Fue el 10 de abril que finalmente se concretó el corredor humanitario para 112 pasajeros. En ómnibus fueron trasladados desde el puerto de Montevideo hasta el Aeropuerto y de ahí a sus países. La mayoría volvía a Australia y Nueva Zelanda. Un cartel que colgaba en uno de los costados del buque rezaba: “Gracias Uruguay”.
El 22 de abril, el SINAE informaba que el aumento de casos se debía a un brote registrado en un residencial de ancianos. Se trató del Dolce Vita, un establecimiento estaba en forma irregular desde el 2018. Ese fue el primero de varios brotes en residenciales y que preocupó a las autoridades porque ahí vive parte de la población más vulnerable al virus.
Según publicó La Diaria, hasta diciembre, de las 15.000 personas que viven en residenciales, 130 tuvieron COVID y 14 fallecieron. Se registraron casos de COVID-19 en 24 residenciales y en 10 de ellos, se identificaron brotes.
Junio de 2020 fue un mes muy auspicioso por el virus: el 7 de ese mes, Uruguay confirmaba que había 0 contagiados. Era la primera vez que sucedía. No fue la única: ese mismo mes, 7 días marcaron 0 casos nuevos en todo el territorio.
El virus estaba circulando menos en el país. El 18 de junio había solo 12 personas con la enfermedad activa, sin embargo se detectó un inicio de brote en Treinta y Tres y las cifras auspiciosas no volvieron a aparecer.
Un día antes de llegar al primer 0 en casos nuevos, Uruguay también registraba 0 personas internadas en CTI. Esa cifra se repitió cinco veces más en el mes de junio, pero tampoco se volvió a repetir.
Junio tuvo en la pandemia un papel muy importante: fue un mes de celebración por los números prósperos y esperanzadores. Pero casi al finalizar fue también testigo del primer gran brote en el país: el brote de Treinta y Tres.
Un día después de la cifra más baja de casos activos de COVID-19, el informe diario del Sinae informó que había tres casos nuevos, uno de ellos en el departamento de Treinta y Tres. Era una enfermera que se había contagiado con el virus y que por su tarea había estado en contacto con más de 20 personas. Tiempo después se confirmó que ella no había sido el caso inicial del brote, pero sí la primera en confirmarse a través del test PCR.
Siete días después de ese anuncio, en el departamento había 362 personas en cuarentena y 45 personas contagiadas.
Tras más de 100 días en sus hogares el 29 de junio los últimos niños y adolescentes que restaban volver regresaron al aula. La educación volvió a la presencialidad en un sistema paulatino y escalonado.
Ya en abril las escuelas rurales abrieron con un estricto protocolo a cumplir, tanto por docentes como por alumnos. El 15 de junio reabrieron los centros de educación inicial y educación primaria, para completar la presencialidad el 29 de ese mes con los alumnos que faltaban.
El desafío para maestros y profesores ya no era el de enseñar a distancia sino el de lograr la mayor asistencia posible y respetar el protocolo.